De dónde viene: El lado oscuro de las palabras

lado-oscuro¡Ah, las palabras!, se nos parecen tanto. Las hay largas, las hay cortas; las hay viejas, las hay nuevas; las hay vivas y las hay muertas. Viajeras en el tiempo y el espacio, que en su larga travesía han ido recogiendo nuestra historia.

Con ingenuidad queremos condicionar su existencia a que ocupen un lugar en los diccionarios, olvidando que las palabras no nacen de ellos y que, más bien, es el diccionario el que nace de las palabras. Juzgamos su apariencia por la ortografía, porque no nos late que anden por las calles vestidas de cualquier modo. Por eso, creemos necesario contar con una Academia que las fije, las limpie y les dé esplendor. Pero ellas son libres, van de boca en boca como lo han hecho durante siglos, contando nuestros secretos, e ignorantes de las normas que queremos imponerles. Vivirán mientras haya una boca que las pronuncie y morirán cuando ya no hagan falta.

Las palabras tienen su historia, muchas veces muy oscura, y en esa negrura  guardan secretos que nos pertenecen, porque su historia es la nuestra. Es materia de este libro, navegar las tinieblas que ocultan esos misterios para develar los que podamos.

En este viaje, conoceremos palabras muertas ´arcaísmos´ y caeremos en cuenta de que, al contrario de nosotros, la vejez de una palabra no se mide por los años de vida, sino por los años de muerte. Sabremos que mucho de lo que nuestros ancestros creyeron y vivieron, quedó fosilizado en el lenguaje.

En fin, dicen que los viajes ilustran, así que, estimado lector, hoy Editorial Algarabía y un servidor, Arturo Ortega Morán, te entregamos este libro , que es más una invitación a viajar juntos al misterioso pasado de las palabras. ¡Que lo disfrutes!


12 comentarios on “De dónde viene: El lado oscuro de las palabras”

  1. Jorge Loredo dice:

    Estimado Arturo: un abrazo, felicidades por tus avances, logros, me intereso libro pero Gandhi dice no disponible, me dices cuando?
    Mi sincera admiracion,
    Jorge

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    • Arturo Ortega Morán dice:

      Gracias estimado Jorge, en verdad aprecio tus palabras y tu interés por el libro, que seguramente, por estar recién salido del horno, está caminando entre procesos administrativos para llegar a los estantes de las librerías. Estaré al pendiente y yo aviso cuando ya esté disponible. Otra vez gracias y un abrazo.

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    • Arturo Ortega Morán dice:

      :Estimado Jorge: según me informan, «El Lado oscuro de las palabras» ya está disponible en Sanborns, Gandhi, Fondo de Cultura… y por ahí en otros lados http://algarabiaeditorial.com/encuentranos 🙂 Espero que lo disfrutes. Un abrazo 🙂

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  2. Muchas Felicidades… ahora sí: ¡muchos días de estos!

    Saludos,
    Jesús Garza Paz

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  3. Miguel A. Guillén dice:

    Un saludo maestro y felicidades, a usted por el logro de poner esta joya al acceso del público y a nosotros por que vamos a disfrutar seguramente mucho este libro. Igual que otros, he revisado el portal de librerías Gandhi y me encontré con que aún no existe a la venta, estaré muy atento para cuando el libro sea liberado. Gracias por darnos este regalo.

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  4. Rosalina Romero dice:

    Muy bueno el escrito, me encantó, sobre todo: «Juzgamos su apariencia por la ortografía, porque no nos late que anden por las calles vestidas de cualquier modo». Y es cierto, hay muchas de ellas, las pobres, cuyo su significado las denigra, las arrincona y las margina del resto cuyo significado es hermoso, elegante, y que está en boca de los cultos.
    La Academia cambió su lema: Ahora es: “Unifica, limpia y fija”.

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  5. mario a. macías pimentel dice:

    muchas felicidades a tí por el esfuerzo y a nosotros por tener un tesoro más en nuestro librero…. en verdad agradezco todas tus aportaciones

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  6. Homar Marchebout-García de la Cadena dice:

    Agradezco el que existan aún quienes aman la lengua española como lo hace Ud., maestro Ortega Morán. Me hizo recodar a Amado Nervo y su poema, que, pecando de impertinente, reproduzco aquí: «…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían a la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el Oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron Todo… Nos dejaron las palabras».

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