Las palabras que nos trajo el viento

Por Arturo Ortega Morán

Dicen que a las palabras se las lleva el viento, y debe de ser cierto, aunque… también es verdad que nos ha traído muchas. Hay unas tan obvias que ni las notamos, como ventana casi “vientana”, ese hueco que se hace en las paredes para que entre el viento. Por lo mismo, en inglés decimos “window”, porque por ahí entra el “wind”. Así ventilamos nuestra casa, aunque, bueno, también podemos hacerlo con un ventilador.

Otra palabra que nos sorprende es aventar, casi “avientar”, cuyo origen se descubre en diccionarios antiguos, como el que en 1611 publicó Sebastián de Covarrubias y donde dice: “Aventar: Mover alguna cosa el viento, hacer viento”. Hoy, aventar es empujar, pero es acción de la que el viento ha perdido la exclusividad.

De otra naturaleza es oportuno, que viene del latín opportunus, y que literalmente significa ´hacia el puerto´. Así se calificaba al viento que, bondadoso, aventaba al barco hacia el puerto al que se quería llegar. Muy oportuno, ¿no cree usted? Luego se derivarían palabras como oportunidad, oportunismo y oportunista, que se relacionan con el concepto de buena suerte, como la que tenían los viejos marinos cuando se les presentaba el anhelado viento oportuno.

También evocamos la importancia del viento en la navegación de ayer cuando decimos que un proyecto va viento en popa (es decir, por la parte de atrás del barco); o en refranes como “navegar contra el viento es perder el tiempo” y “no hay buen viento, para quien no tiene puerto”.

El viento nos  asombra porque lo encontramos hasta en la panadería, ¡sí, en los volovanes!, del francés vol- au-vent (vuelo al viento), panecillo de hojaldre que en su cocción, se levanta rápidamente y queda lleno de huecos (lleno de viento).

Un misterio del lenguaje es que si “perder el norte” es desorientarse y “dar un norte” es orientar, ¿por qué en México “andar norteado” es estar desorientado?… Creo que la respuesta está en el viento, en particular en los fuertes vientos que soplan del norte y que eran un dolor de cabeza para los marinos que llegaban a América, principalmente a aguas mexicanas. Debió pasar que la intensidad de esos nortes, muchas veces hicieron perder el rumbo a los barcos y de ahí nacería decir “andar norteado”, es decir, desorientado a causa de los agresivos vientos que soplaban desde ese punto cardinal. Por cierto, en un diccionario marítimo del siglo XVIII, dice que cuando el norte era muy intenso, lo llamaban norte de hueso colorado. Un curioso nombre que se explica con la siguiente historia:

Entre los marineros, eran muy apreciados los objetos de hueso colorado (un tipo de coral rojizo), quizá porque podían venderlos en tierra en un buen precio. Así que, un objeto de este material, era muy de tomarse en cuenta. De este concepto, nació una curiosa metáfora. Los navegantes del Golfo de México, a los fuertes vientos que soplaban del norte, porque eran muy “de hacerse notar”  los llamaron: “vientos de hueso colorado”. Por metáfora, hoy a los seguidores a ultranza de algún partido político, ideología, deporte o lo que sea, les decimos que son de hueso colorado; es decir, intensos como aquellos vientos que soplaban del norte.

Ya ven, dicen que a las palabras se las lleva el viento, y debe de ser cierto, pero ahora sabemos que también es verdad que nos ha traído muchas.


5 comentarios on “Las palabras que nos trajo el viento”

  1. Remigio Sol dice:

    ¡Qué interesante es la historia de nuestras palabras!
    Esta presentación me trajo a la memoria una estrofa que dice:

    Soy un enajenado
    Un león domesticado
    Un títere de hueso colorado

    Gracias, Arturo Ortega Morán, por esta forma tan amena de llevarnos al baúl de las etimologías.

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  2. Gínder Peraza Kumán dice:

    Muchas gracias por este empeño suyo de ilustrarnos entreteniéndonos, don Arturo. Un saludo desde Mérida, la de Yucatán.

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  3. Federico dice:

    Y el viento también nos trajo el nombre de nuestro hemisferio. Bóreas fue el dios del viento del norte en la mitología griega. Y para nosotros el hemisferio boreal es el hemisferio norte, la aurora boreal es un espectáculo de luces que ocurre en el polo norte, y una borrasca es una tormenta.

    Gracias Arturo Ortega Morán porque, como siempre, nos pones a reflexionar y a pensar en cuán bello es nuestro idioma…

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  4. Rafael dice:

    Muchas gracias, Don Arturo. Nos ilustra.

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  5. Harold dice:

    Qué oportuno. Estaba corrigiendo un texto, cuando de pronto me surgió la duda en una línea. «El viento (…) aventaba las gaviotas…» Pensé que era mucho decir ‘viento’ y ‘aventaba’; pero desde hoy sé que el viento no tiene la exclusividad de tan linda palabra. Ah, y qué decir de las palabras ‘ventana’ y ‘window’. ¿Cómo es que no lo descubrí antes? Gracias, y más gracias, don Arturo.

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