¡Campeones!

Por Arturo Ortega Morán

Te has preguntado… ¿por qué nos da tanto gusto tener un campeón?

047251216MJR_FV_UANL_AME_CAMPEON¡Noche de no dormir! ¡De hacerse añicos la garganta! !De salir a la calle y abrazar a propios y extraños! Así se vive la noche cuando nuestro equipo logra un campeonato de fútbol.

¡Campeones! Palabra que brota de todas las bocas, se pinta en la primera plana de todos los diarios y se dibuja en banderas improvisadas

que aparecen por todos los rincones de la ciudad. ¡Campeones!, palabra que por un momento, funde en gran abrazo al pobre con el rico, y a los gobernantes con los gobernados.

Pero, ¿por qué nos da tanto gusto tener un campeón? No es fácil responder a esta pregunta,  aunque parte de la respuesta, tal vez se oculte en la historia de la palabra.

Para nuestros antepasados latinos, pensar en el campo no era pensar en la relajante naturaleza vestida de verde, más bien, ellos pensaban en una llanura teñida de rojo por la sangre derramada en las batallas que ahí se libraban. Por esto fue, que de la palabra campus, se derivaron diversas voces que encierran conceptos bélicos.

En español antiguo, un campeador, era un valiente guerrero que sobresalía en el campo de batalla logrando notables hazañas y grandes victorias. Baste recordar al héroe medieval, Rui Díaz de Vivar, conocido como El Cid Campeador.

Cuando las tropas salían al campo, como queriendo pelear, se decía que andaban en campeada, que después se dijo en campaña. Un verbo antiguo fue campar, que en 1727; el Diccionario de Autoridades definía como:

Sobresalir entre los demás, o hacerles ventaja en alguna habilidad, arte u dote natural.

Nótese la similitud con nuestro concepto de campeón.

En tierras germánicas, del latín campus, se derivó kamp (campo de batalla) y kamphio (paladín que combate por otro); en italiano, esta voz se transformaría en campione, en francés e inglés champion y en español campeón.combate-medieval-2014

Qué interesante es descubrir que, en su origen, antes de adquirir el significado actual, un campeón era un habilidoso guerrero que luchaba por causas ajenas. En 1566; Jerónimo Jiménez de Urrea, escribió Diálogo de la verdadera honra militar, que en una parte dice:

“Campeón se llama el que combate por otro. En caso de traición, si un grande fuera retado por un caballero particular, no hay que dudar, le conviene combatir con él. Pero si acaso el grande fuera viejo o estuviere enfermo o inhábil para las armas, en tal caso debe el grande poner un campeón igual al caballero”.

Viéndolo así, ahora entendemos que nuestros campeones, han luchado por nosotros en un juego que es la nostalgia por las batallas que ya no peleamos. Nuestra euforia es legítima, porque ellos han conseguido una victoria que nos pertenece (después de todo por eso les pagamos tanto). Seguimos, entonces, viviendo un concepto viejo con una modalidad nueva.