¡Salud!

Por Arturo Ortega Morán

¡Saaaluud!

¡Saaaluud!

¿Por qué cuando oímos estornudar a alguien le decimos…¡Salud!?

Sumergirse en la historia de esta costumbre, es emprender un viaje en el tiempo, donde las sorpresas van surgiendo una tras otra.

Sorprende saber que la costumbre de responder al estornudo se extiende a muchas regiones y a muchas culturas. En Sudamérica dicen ¡Salud!, en España y México decimos ¡Jesús! o también ¡Salud! En Estados Unidos dicen «bless you!» que es una abreviación de «God bless you!» (Dios te bendiga). También algunos pueblos Islámicos tienen fórmulas para responder al estornudo, en algunos casos dicen ¡Vive! a lo que se responde ¡Contigo!, y en otras partes dicen ¡Alá te bendiga! o ¡Alabado sea Alá!

Ya en la cultura helénica (siglos antes de la era Cristiana), los griegos decían a quien estornudaba «¡Zéu sótzon!», que significa «¡Zéus te salve!». Los romanos tomaron de los griegos esta costumbre y por siglos usaron la fórmula ¡Salve! A veces haciendo invocaciones al dios Júpiter.

El Papa Gregorio el Grande (540-604 d.C.), ordenó que en la respuesta al estornudo, se invocara a la Divinidad Cristiana con fórmulas como ¡Dios te bendiga!, ¡Jesús te ayude!, etc. Algunos historiadores opinan que esto fue motivado por una agresiva peste que asoló a Roma en esos tiempos. El estornudo, era el síntoma que anunciaba una inminente muerte. Yo agregaría – a manera de hipótesis personal-, que este ordenamiento en principio buscaba erradicar la todavía existente costumbre pagana de invocar a Júpiter en la respuesta al estornudo.

Avanzando en el tiempo, en 1627, Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua escribío:

«El descubrirnos la cabeza cuando uno estornuda, trae origen de que el que estornuda, volviendo en sí de aquella turbación de sentidos, dice “¡Jesús!”, y los circunstantes le ayudan invocando el mesmo nombre y a Él hacen reverencia. En un tiempo hubo en Roma un género de peste tan subitánea que, estornudando los hombres se quedaban muertos«.

A principios del siglo XVIII, Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) escribió «Origen de la salutación en los estornudos»; en donde, entre otras cosas, da pruebas contundentes de la existencia de la costumbre entre griegos y romanos. Además, nos cuenta que este tema fue tratado en la Academia Real de las Inscripciones, y ahí se dieron noticias de que también en el Nuevo Mundo, los españoles encontraron prácticas de respuesta al estornudo entre los naturales.

La raíz de la costumbre, según algunos autores, está en una creencia de tiempos muy antiguos. Los hombres suponían que el aliento era el alma, esto por observar que los muertos no respiraban. Siendo el estornudo una forma violenta de expeler el aliento, provocaba el temor de que se podía escapar la vida. De modo que era muy explicable, el impulso de pedir y desear la protección de los dioses en turno.