Por el aguinaldo, échenle la culpa al sol

Por Arturo Ortega Morán

aguinaldoDiciembre es época de contrastes. Mientras que miles de trabajadores esperan ansiosos su aguinaldo, muchos microempresarios sufren para cumplir con la obligación de pagarlo. Bajas ventas, cartera vencida, multas y extorsiones hacen difícil tener reserva para salir avante con este compromiso. Aún así, es loable que la mayoría encuentra la manera de que sus empleados reciban el esperado aguinaldo, que hoy ya no es un obsequio, es un derecho.

Si buscamos un culpable para el origen de esta añeja costumbre, es al sol a quien hay que agradecer o reclamar, según sea el caso. Desde tiempos muy remotos, para las antiguas culturas europeas, los momentos cercanos al solsticio de invierno eran motivo de regocijo; y no era para menos, era el anuncio de que el invierno pronto llegaría a su fin y vendrían tiempos de más luz y más calorcito que traerían nuevas cosechas, alimento y bienestar. Estas emociones despertaban en los hombres esperanza y nobles sentimientos que manifestaban con regalos, fiestas y buenos deseos para sus semejantes.

En la cultura romana, era costumbre regalar algo nuevo y además, algunas ramitas de laurel o encino procedentes del bosque sagrado de la diosa Strenia, antigua divinidad sabina protectora de la salud y la felicidad. De ahí quedaría que a esos regalos de fin de año los llamaran strennas. Como huella de este rasgo cultural, en castellano nos quedó el verbo estrenar, con el que, ya libre de mitología, decimos que estamos usando algo nuevo.

Más al norte, los celtas vivían esta época del año con el mismo gusto pero a su modo. Ellos tenían una ceremonia que presidían los sacerdotes druidas. Con cánticos y festejos, iban por los bosques repartiendo muérdago entre los pobladores, que recibían esta planta como talismán que les traería el bien y los protegería del mal.

En lengua de los pueblos galos, llamaron Le guillaneu o L´Aguillaneu a la festividad para recibir al nuevo ciclo. Lo más probable es que el nombre se acuñó de la frase Au gui l’an neuf cuyo significado es ‘Con muérdago el año nuevo’. La gente salía a las calles y, cantando, tocaban puertas esperando de los moradores un presente. Aún se conservan cantos tradicionales que evocan este rasgo cultural:

La tradición se extendió a la península ibérica, donde se dijo  aguilando, y luego, en algunos lugares,  por metátesis pasó a ser aguinaldo.

En castellano antiguo, para nombrar los obsequios navideños igual se usaba la palabra estrenas tomada de los romanos que aguilando tomado de los celtas. No siempre se trataba de algo material, muchas veces fue un verso o un villancico. En algunas partes, se desarrolló la tradición de ir por las calles tocando puertas y cantando villancicos que incluían la petición del aguilando. Un tradicional villancico español rezaba:

Si no me das el aguilando

al Niño le voy a pedir

que te dé un dolor de muelas

que no te deje dormir.

Si no me das el aguilando

te echo la puerta abajo

y luego vengan los albañiles

y te la peguen con barro…

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De una región de Valencia,  son estas imágenes:

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Algo muy similar a las tradicionales posadas mexicanas o a La Rama (¿el muérdago de los druídas?) de Veracruz:

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El tiempo, que todo cambia, hizo que en cierto momento se considerara que los presentes navideños que por costumbre algunos patrones daban a sus trabajadores, deberían ser en efectivo y obligatorios. Entonces se legisló para que así fuera. A pesar de esto, el aguinaldo sigue ligado a la época del año que hace renacer la esperanza. Pensamos que al llegar el nuevo ciclo todos los males quedarán atrás y que nuestra vida será mejor… Independientemente de tus creencias, que así sea.