Ecos mitológicos

Por Arturo Ortega Morán

Muy lejos está el tiempo en que los dioses griegos y romanos, así como sus intrincadas historias, eran tomadas como verdad. Lo que antes fue religión, hoy es mitología. No obstante, las huellas de aquellos dioses y de aquellas historias aún están bien marcadas en nuestro lenguaje.

A diario, miles de personas, para reparar una llanta (neumático) tienen que ir a una Vulcanizadora, lugar que guarda el nombre de Vulcano, dios del fuego, y del que también tomaron nombre los volcanes.

A Venus, la diosa romana del amor, la reconocemos en palabras como: veneno, que aunque ahora es algo que  mata, en su origen fue una pócima de amor. También la descubrimos en venéreas, esas enfermedades que contraemos por prácticas amatorias desordenadas. La encontramos también en el verbo venerar, y en el mismo nombre del Viernes.

Cuando decimos que algo se convierte en la manzana de la discordia, hacemos alusión a la historia en la que la diosa Eris, enojada porque no fue invitada a la boda de Peleo y Tetis, lanzó una manzana de oro con la leyenda “para la más hermosa”. Esto provocó una fuerte discusión entre Hera, Atenea y Afrodita, que reclamaban para sí la manzana. Para no hacer el cuento largo, sólo diremos que este pleito fue el detonador de la famosa Guerra de Troya.

Para los mexicanos, un pantéon no es otra cosa más que el cementerio. La palabra es griega y significa “todos los dioses”.  Así se llamaba a un templo o a un gran monumento dedicado a todas las deidades, el caso es que se hizo costumbre que a algunos personajes importantes, los sepultaban bajo uno de estos elegantes monumentos. Con ironía, los mexicanos llamaron así al humilde bordo de tierra que cubría a los cadáveres, para luego extender el nombre a todo el cementerio.

 

Ni idea tenemos, cuando usamos las palabras: “mercado”, “comercio”, “mercancía”, “mercería” y todos sus derivados, que tras de ellas se oculta Mercurio, el dios que fungía como mensajero y de ahí que se tomara como la deidad del comercio.

 De Marte, dios de la guerra, no debe sorprendernos que lo encontremos oculto en la voz militar: marcial. También dio nombre al martes, día dedicado a él; y por eso se dijo que “en martes ni te cases ni te embarques” ya que al ser este dios el encargado de este día, no podían esperarse más que pleitos y calamidades.

Cuando vamos a un museo, buscamos mosaicos para nuestro baño o simplemente escuchamos música, sin pensarlo hacemos una evocación de Las Musas, aquellas nueve divinidades femeninas, inspiradoras de artistas y poetas,  que presidían las artes y las ciencias.

 

Los dioses del Olimpo, ya no fungen como tales; pero ellos y sus historias se las han arreglado para no desaparecer, los seguimos evocando en esas palabras que son ecos de la mitología.