Hay tres mañanas

Por Arturo Ortega Morán

Amanecer en Monterrey

Hay tres mañanas: uno, la parte temprana del día que muere al llegar la tarde; otro, el día que sigue al hoy y que, como todos los días, tendrá una vida de veinticuatro horas; y el tercero, ese futuro indefinido y lejano en el que esperamos que algo ocurra y  al que llamamos “el mañana”.

Hay tres mañanas, pero solo una historia…

De una lengua arcaica que fue madre del latín, del griego, del sánscrito y de muchas otras, los estudioso han identificado la raíz *ma que en dos letras guarda el concepto de ´bueno, propicio´. La encontramos en las palabras math del irlandés antiguo, en mad del galés y en mad del bretón, todas ellas con el significado de ´bueno´.

La primera mañana

En latín, la raíz *ma se conservó en las palabras matu y maturus, que en castellano dieron “maduro”, calificativo de lo que en su desarrollo ya está bueno, en sazón, en su punto. De ahí también derivó “matutino”, para nombrar a las horas tempranas del día que se asociaron a la palabra por ser consideradas el mejor momento, el más propicio para realizar tareas. “Al que madruga Dios le ayuda”, dice un dicho que resalta esta percepción  y que incluye a otra palabra de la familia: “madrugar” del latín maturicare, que es levantarse temprano.

En otras variantes, se formaron las voces latinas mane de la que derivó “amanecer” y maneana de la que, con un breve cambio, en castellano nació la voz “mañana” con su significado primitivo de ´primeras horas del día´. Nació así la primera mañana.

La segunda mañana

Para referirse al día que seguía al hoy, en latín se dijo  cras. La palabra pasó al castellano antiguo y cuando algún asunto se quería posponer para el día siguiente, se decía ´en cras mañana´, como hoy diríamos ´para mañana temprano´; pero por el siglo XV, la expresión se acortó y sólo se dijo ´en mañana´, dando lugar a que la palabra tomara el significado de ´al día siguiente de hoy´. Nació así la segunda mañana y la palabra cras cayó en el olvido, aunque subsiste incrustada en el verbo procrastinar, que significa ´dejar para mañana, posponer´.

El tercer mañana

Cuando “mañana” tomó el significado de ´el día que sigue al hoy´, no pasó mucho tiempo para que, por metáfora, pasara a significar un futuro indefinido, un hipotético día en el que se esperaba que ocurriera algo, ese era “el día de mañana” que luego, por acortamiento, pasó a ser  “el mañana”, provocando la curiosidad de que sólo en esta acepción la palabra tomara el género masculino. Nacería así el tercer mañana.

Hay tres mañanas, pero sólo una historia y  todas regalan la esperanza de que serán buenas, así como lo promete su etimología…