El sincretismo viejo

Por Arturo Ortega Morán

1756355“¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?”, se preguntaba Benito Pérez Galdós hace ya muchos años. No sé qué experiencias llevaron a este escritor español a plantear tal pregunta que, aunque para mi gusto peca de pesimista, no deja de guardar algo de verdad. La historia muestra que esto suele suceder ante una invasión, un terremoto, una inundación o cualquier tipo de calamidad. Quienes comparten ese aciago momento suelen olvidar sus diferencias para unirse y hacer frente a las dificultades. Esta reflexión me ha hecho recordar una vieja historia.

Mestrio Plutarco, fue un historiador griego que vivió en los primeros años de la Era Cristiana. Muy fecunda fue su producción literaria y en Opera Moralia, una de sus obras, nos cuenta que los habitantes de Creta, importante isla en el mar Egeo, se agrupaban en diferentes pueblos que vivían “agarrados de la greña”. No obstante, estos cretenses tenían la virtud de que cuando un extraño enemigo osaba profanar con su planta el suelo de Creta, de inmediato guardaban sus rencillas y se unían en un gran ejército que casi siempre repelía con éxito al osado agresor. Cuando volvía la calma a la isla, parecía que se preguntaban ¿en qué nos quedamos?… ¡Ah sí!, lo recordaban y volvían a agarrarse del chongo.

De la historia contada se dice que nos quedó la palabra sincretismo. Se formaría del prefijo syn ´unión´  y cretismo ´haciendo referencia a los cretenses´. Dicho de otra manera, en su origen, sincretismo bien pudo significar “cretenses, unidos, jamás serán vencidos”.

Hoy la palabra ha mudado su significado, con ella nos referimos a esas manifestaciones que resultan del intento de conciliar dos sistemas de creencias que hasta pueden ser opuestos. Así, hay sincretismos religiosos, como los matachines (no matlachines), esos danzantes que aunque evocan a los adoradores de dioses prehispánicos, vuelcan su devoción en los templos cristianos. También hay sincretismos políticos, como en ese grotesco ente que nace cuando un partido de derecha se une a uno de izquierda para competir juntos en unas elecciones. ¡Cosas veredes!

Como ya se habrán imaginado, todo lo dicho fue preludio para hablar de los violentos espasmos de la tierra que han devastado muchos pueblos del sur de México. Otra vez, como ocurrió hace treinta y dos años, ciudadanos de todas edades y condición social han vivido la misma desgracia. Esto los ha unido y han ido con su miedo a las calles ofreciendo sus manos para hacer cadenas que pretenden mover montañas, piedra tras piedra, con la esperanza de liberar la vida que quedó sepultada.

No hay tregua, la ayuda fluye hasta convertirse en problema porque ya no cabe. La frenética disposición a ayudar es catarsis para olvidar por un momento las grietas que en muros y techos han privado de su hogar a miles, que hoy deambulan por las calles sin acabar de entender lo que está pasando o que postrados en un refugio empiezan a sufrir la incertidumbre del futuro.

Quienes con más fortuna vemos de lejos este efecto, no somos inmunes a él. También queremos ser parte y nos unimos a  esa masa de corazones agrietados que en extraña paradoja se ha hecho más fuerte. Algo liberaron en nuestras conciencias tan violentos movimientos de la tierra. Se logra lo impensable, en tres días más de tres millones de almas agraviadas se manifiestan para exigir que el presupuesto asignado para las campañas de los partidos políticos se use para la reconstrucción del país. Los políticos desconcertados obedecen el mandato, algo inédito. Change.org , el medio de expresión, manifiesta su asombro. A nivel mundial nunca se había visto algo así. Todo un récord, Algo diferente está pasando.

“¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?”. No, no es triste, porque es en esos momentos cuando la historia cambia. Después del 19 de septiembre de 2017 México ya no será el mismo. De algún modo hemos aprendido que cuando haga falta, como los antiguos cretenses, sabremos dejar a un lado nuestras diferencias para juntos vencer las dificultades que se vayan atravesando, aunque después… sigamos agarrados de la greña, rescatando así, el significado del sincretismo viejo.