De maestros, ministros y las vueltas que da la vida

Por Arturo Ortega Morán

¡Vaya, qué ironía! Es curmaestroioso cómo el tiempo pone las cosas de cabeza, dígalo si no, la historia que les voy a contar:

En lengua latina, magis y minus fueron dos palabras que expresaban ideas contrarias. La primera significaba ´más´ y la segunda ´menos´; en la sociedad romana, como sucede en todas las sociedades humanas, había ciudadanos de primera (los magis) y ciudadanos de segunda (los minus). Poco a poco, fueron surgiendo voces para dejar bien clara esta diferencia.

En magis se guardó el concepto de ´importante, principal´, por eso llamaron magistratus (hoy magistrados) a quienes impartían justicia y eran parte de la cúpula del poder. Pero también, a quienes sabían hacer mejor las cosas se les daba reconocimiento y, por eso,  a ellos se referían como magister. Como del que sabe se aprende, de ahí derivaron voces como: maestre, maese, maestro y máster; aún hoy, en el ambiente coloquial, tratándose de oficios llamamos «maistro« al oficial que se las sabe de todas, todas.

Por cierto que, en antiguo, si alguien quería dominar algún oficio, tenía que ir con el respectivo maestro para que lo amaestrara. Tal vez se escuche ofensivo, pero así definían a este verbo los primeros diccionarios: “amaestrar o amaestrear: hacer a uno maestro y enseñarle”. Así que, ya se imaginarán, era todo un honor ser amaestrado. La historia cambió cuando a alguien se le ocurrió usarlo, tal vez jocosamente, para referirse al acto de adiestrar caballos, pericos, perros y otros animales. Esto le quitó honorabilidad al verbo y hoy, ya solo los animales pueden ser amaestrados.

De la misma familia son: magistral (lo que se hace con maestría) y magisterio (lo relativo a la enseñanza). En cierta época, máster se convirtió en título de dignidad y esta huella se conservó en mister (Mr.), palabra de la lengua inglesa.

Por otro lado,  minus se relacionó con el estrato bajo de la población, al que pertenecían los sirvientes y por eso a estos se los llamó minister de donde luego derivó ministro. El concepto de servicio también lo encontramos en palabras como: suministrar (servir, proveer los bienes), administrador (el responsable de que los servicios se dieran bien y a tiempo), ministerio ministerial (lo relativo al servicio público).

En la Roma antigua, los cargos políticos los ejercían los magistrados, que en teoría eran designados por elección popular, pero esto cambió allá por el siglo IV d.C. cuando los emperadores consideraron peligroso tener en su equipo políticos electos y decidieron dar los cargos a sus sirvientes de confianza (ministros). Así,  “los menos” se hicieron cargo de funciones gubernamentales y desde entonces pasaron a ser “los más”.

Hoy, un ministro ya no es  “el menos”, hoy es “el más” que se sirve antes  que servir, mientras que un maestro ya no es “el más”, hoy es “el menos” que debe tener un gran espíritu de servicio para tolerar sus carencias económicas, además de los caprichos y prepotencia de sindicatos, administradores de la educación y hasta de algunos padres de familia.

¡Vaya, qué ironía! Es curioso ver cómo, entre las palabras, también podemos ver las vueltas que da la vida.


2 comentarios on “De maestros, ministros y las vueltas que da la vida”

  1. Hugo Gustavo Gez Aranda dice:

    Extraordinario. Las vueltas de la vida…

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  2. La Profe DR dice:

    Interesante tu artículo, como docente puedo decir que «me ha tocado ejercer esta profesión en época de los ‘minus'» :-/

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