Voces de la pobreza

Arturo Ortega Morán

Publicado en el No. 91 de la Revista Algarabía

«Pobre del pobre que al cielo no va, lo chingan aquí, lo chingan allá», así reza un refrán casi tan antiguo como la pobreza. En latín, pauper significaba ´el que produce poco´ y luego tomó el sentido de ´tener poco o ya de plano nada´. De esta voz, con algunos cambios fonéticos, nacieron las palabras castellanas pobre y su superlativo paupérrimo que conserva intacta su raíz latina.

La escasez de recursos siempre ha acompañado a grandes sectores de la humanidad y esta circunstancia se ha reflejado en el lenguaje, que hoy cuenta con un gran catálogo de frases y palabras que reflejan esta condición. Con elegancia decimos “Estoy en la vil inopia”, donde inopia (in-ops) es palabra latina que significa ´sin riqueza´; o decimos ´estar en la indigencia´ de in-egere (dentro de la escasez).

Coloquialmente usamos frases como «ahora sí me quedé sin un clavo», que  procede de un dicho que ya se usaba en el siglo xvi: «sin dejar clavo en pared», usado para expresar el desolado panorama después de haber quitado cuanto se poseía en casa o haber sufrido un robo con la mismas consecuencias.

También decimos «quedarse sin un quinto». Entre las décadas de los 40 y los 80, la moneda de menor denominación era de cinco centavos, portaba la imagen de doña Josefa Ortiz de Domínguez y coloquialmente se le llamaba quinto. Así, esta expresión significa no tener nada, ni siquiera una monedita de cinco centavos.

De menor uso, cuando alguien se siente desprovisto después de haber tenido riquezas suele decir “estoy como la Magnífica”, frase que en su origen era un poco más larga “estoy como la Magnífica, sin cosa alguna”. Proviene de la oración cristiana El Magníficat o La Magnífica, y refiere en tono mordaz a la frase «Desposeyó a los poderosos y elevó a los humildes; a los necesitados los llenó de bienes y a los ricos dejó sin cosa alguna».

De particular interés es “estar en la prángana”, una expresión que aunque nos llegó de Cuba, quizá el origen primero esté en tierras asiáticas. En lenguas que son hijas del sánscrito, la voz prángana encierra el concepto de ´lugar exterior´, que bien puede ser un patio o el espacio al aire libre del frente de un edificio. De ser así, “estar en la prángana” vendría a equivaler a “estar en la calle”, es decir, en la miseria. Luego se dijo “estar prángana” por “estar pobre” y como los prejuicios  asocian la pobreza con la flojera, ahora “estar de prángana” se dice de quien vive sin oficio ni beneficio.

Muy popular y controvertido fue un periodiquito con tintes políticos del  siglo XIX llamado El Padre Cobos. Hurgando en uno de sus ejemplares de 1871, encontré estos versitos dedicados al Benemérito de las Américas:

En fin D. Benito Juárez

Que parece que ni chista

También nos ofrece cosas

Para reventar de dicha

Después que en catorce años,

nos ha dejado en la chilla.

Más allá de la pedrada a D. Benito, lo que interesa para este artículo es el uso de “estar en la chilla” que, como vemos, ya se usaba desde el siglo XIX para referirse a un estado de pobreza. En latín, scindûla era el nombre de las tablas delgadas y de baja calidad, de ahí en castellano se dijo chilla para significar lo mismo. Es probable que a un cuartucho hecho con estas tablas, también se le llamara chilla y lo habitaran quienes no tenían para más. Eso explicaría la relación entre ´estar en la chilla´ y ´estar en la vil inopia´.

¿Has estado a ´la cuarta pregunta´? Espero que no porque esta es otra de tantas frases  para decir que no tenemos ni en que caernos muertos, a no ser que sobre el santo suelo. La frase es española y nació en la época en que había en los juzgados un formulario de preguntas al que se ajustaba el escribano cuando tomaba declaración a un enjuiciado. Estas preguntas, después del obligado juramento, eran cuatro en el orden siguiente.

1.ª Nombre y edad.

2.ª Patria y profesión.

3.ª Religión y estado.

4.ª Renta.

Lo general era que respondieran a la cuarta pregunta declarándose pobres, lo que les permitía evadir algunas responsabilidades que les implicara un desembolso económico. Así, “Estar a la cuarta pregunta” tomó el sentido de declararse un olvidado de la fortuna. Del lenguaje judicial, la expresión pasó al habla coloquial.

Muy intrigante es la expresión “andar o estar bruja”, que no se refiere a una mujer con verrugas que lanza hechizos y se transporta en una escoba, sino a un estado transitorio  de pobreza. La frase nació en Cuba, y lo más probable es que se trate de una herencia de los esclavos del pueblo yoruba que llegaron a este país. En la lengua de este pueblo que se asienta en el noreste de África, la voz buru es ´estar en mal estado´ y si la mala situación es extrema, entonces se usa la palabra buruju. Así que de estar buruju, por similitud fonética nacería estar bruja para indicar un estado de pobreza en grado superlativo. También en Cuba se usó la variante ser bruja sopera, que refuerza la idea de miseria al referirse a los indigentes llamados sopistas, porque acudían a los conventos a mendigar un plato de sopa. El caso es que, como buena bruja, la expresión voló, voló y asentó sus reales en México y otros países americanos.

Así que ya ven, la pobreza ha enriquecido al lenguaje y seguro lo seguirá haciendo por siempre porque, mientras la miseria de los muchos sea la riqueza de los pocos, difícilmente se hará algo para erradicarla.

«Pobre del pobre que al cielo no va, lo friegan aquí, lo friegan allá».