Pájaro de cuenta

Por Arturo Ortega Morán

 

 

“Resultó ser un pájaro de cuenta”; este es el encabezado de una nota periodística que narra la detención de un sujeto que intentó asaltar a un negocio. Al investigarlo, resultó que ya tenía en su haber una sarta de delitos que incluía: asaltos a mano armada, estafas, secuestros y  hasta dos homicidios. ¡Todo un “angelito”! Este nada digno historial, vale para que se diga de él, que es un pájaro de cuenta. Pero, ¿cuál es el origen de este mote?

 

En el castellano antiguo, decir que algo o alguien era “de cuenta”, era resaltar su importancia. Se hablaba de “cosas de cuenta”, “hombres de cuenta” o bien “personas de cuenta”. Doy de ejemplo, un texto del año 1260 que habla de una alianza entre dos grupos. Es un fragmento de “Libros  de los Macabeos”, escrito por autor anónimo, dice así:

 

 “E los ombres que fueren de cuenta de los vuestros, sean contados entre los nuestros, e sea paz entre nos».

En castellano actual, esto podría escribirse:

 

 “Y vuestros hombres importantes, sean contados con los nuestros y sea la paz entre nosotros”.

 

El concepto que durante siglos encerró el calificativo “de cuenta”, es muy similar al que hoy queremos expresar cuando decimos de algo o de alguien, que “es para tomarse en cuenta”, es decir, “tiene importancia”.

 

Por otro lado, de pájaro, podemos decir que en un principio se usó para denominar específicamente al gorrión; después, la palabra se convertiría en genérica para todas las aves. Por ser el gorrión, considerado la más astuta de las aves, se llamó pájaro a los hombres astutos y sagaces. Así lo registró el Diccionario de 1737:

 

“Páxaro:  Metaphoricamente se toma por astuto, sagaz y cauteloso, con alusión al gorrión que se juzga el más astuto de las aves”.

 

Pues esto ya se va armando: un “pájaro” es alguien astuto, mañoso y seguramente listo para aprovecharse de quien se deje. Ahora que, si decimos “pájaro de cuenta”, ¡Cuidado! Estamos ante alguien que presenta estas características en un grado superlativo y muy propensos a ser una más de sus víctimas.

 

El texto más antiguo que he encontrado en el que ya se usa esta expresión, es muy ilustrativo y corresponde a un fragmento de Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas”, escrito en 1758, por José Francisco de Isla. Dice así:

 

 “Había en el lugar un zapatero, truhán de profesión y eterno decidor, a quien llamaban en el pueblo el azote de los predicadores, porque en materia de sermones su voto era el decisivo. En diciendo del predicador «¡Gran pájaro! ¡Pájaro de cuenta!», bien podía el padre desbarrar a tiros largos; porque tendría seguros los más principales sermones de la villa”.

 

Del sentido de astucia y sagacidad, la expresión se fue asociando a los delincuentes, y en el diccionario etimológico que Roque Barcia publicó en 1880, ya se lee:

 

 “Hombre de cuenta ó pájaro de cuenta:  El reo de gran cuidado o a algún facineroso terrible”.

 

En el diccionario actual, encontramos una escueta definición que más bien parece una advertencia: “Pájaro de cuenta: Hombre a quien por sus condiciones hay que tratar con cautela”.  La tomaremos en cuenta, aunque hay quien dice que de más cuidado son los pájaros decentes, que habitan en la picardía mexicana y que son los que se… ¡No! Mejor se las dejo de tarea.

 

 



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